ELLE GOURMET

ELLE GOURMET

ELLE GOURMET.

2025

Marina Anaya, la artista AMABLE

Su universo creativo es tan amplio como el efecto que producen sus piezas llenas de optimismo. Entramos en el taller de esta 'foodie' declarada para descubrir su última creación: una vajilla artesanal que transforma lo cotidiano en extraordinario. 

Por Susana Blázquez.
Fotos: Fernando Roi.

Desde que tiene uso de razón, Marina Anaya (Palencia,1972) supo cuál era su vocación. «Mi vida es de una coherencia absoluta y prácticamente hago esto desde que mis manos pudieron realizar algo material. Mi abuelo era escultor y mi madre también poseía un talento brutal. Siempre tuve mucha facilidad para las manualidades. Tanto, que tenían que empujarme para salir a jugar con los amigos». Tras terminar la carrera de Bellas Artes en Cuenca y lanzarse a estudiar un doctorado, le surgió la oportunidad de seguir su formación alternando largas temporadas en el Instituto Superior de Arte de La Habana o en Florianópolis, antes de instalarse en Madrid. «Empecé a dar clases y a exponer en bares, donde iba con mi carpeta de dibujos grabados, hasta que fueron llegando las exposiciones colectivas en galerías». A partir de ahí, el trabajo y la constancia fueron moldeando un camino donde casi ninguna disciplina se le ha resistido. Grabado, pintura, escultura, cerámica o joyería -a veces un poco mezcladas- la definen como artista. «Soy muy constante, de relaciones largas, y mi carrera también ha sido así. Mi obra es figurativa, con motivos muy personales sacados de la naturaleza, como los pájaros, y refleja la parte más amable de la existencia. Creo que, en general, es muy optimista, porque yo lo soy», comparte Marina, mientras nos muestra cada rincón -a cuál más encantador- de su taller del barrio de Malasaña.

Y entre tanta belleza, hay algo que nos llama la atención: la vajilla de porcelana Wau, que ha creado en exclusiva para Galería Canalejas. Una edición de 250 piezas únicas entre jarrones, fruteros, platos, tazas y boles, decoradas a mano una a una por la artista, que tienen como protagonista la figura del perro, y con la que inaugura la iniciativa Loving Craft, que busca dar visibilidad a los creadores que siguen procesos artesanos.

Casi toda su producción sale de los cuadernos de bocetos que la acompañan cuando viaja. «La tranquilidad de contar con la página en blanco y poder plasmar en ella lo que veo se da más en los viajes que en el propio taller. Los bosques son mi gran inspiración, y elijo escapadas que combinen un poquito de tranquilidad para poder dibujar en un entorno agradable».

Los murales con baldosas pequeñas, que empezó a componer hace cuatro años, actualmente ocupan buena parte de su tiempo. «Por suerte, trabajo mucho dentro y fuera de España. Acabo de entregar en Brasil, Puerto Rico, Los Ángeles, Miami, Francia... Y casi todos han llegado a mí por redes sociales». ¿Sus otras pasiones? La literatura, con García Márquez a la cabeza, la buena mesa y el vino. «Me encanta cocinar, lo hago a diario y reconozco que tengo buena mano para los guisos. Mi especialidad es la gallina en pepitoria. Me gusta ir al mercado a comprar producto fresco y de calidad, y suelo comer con vino. Mi sentido del olfato está muy desarrollado». Cuando organiza cenas en casa, cuida cada detalle. «Me apasionan las vajillas, atesoro muchas piezas familiares y otras que he ido adquiriendo en mercadillos». Y como no podía ser de otra manera, otro de sus hobbies es salir a descubrir restaurantes con su marido. Para una ocasión especial, se decanta por Desde 1911 (calle Vivero, 3), pero en el día a día, suele frecuentar la Panadería de la Cruz (calle del Pez, 34), «donde preparan recetas caseras exquisitas y las mejores torrijas de Madrid». También es una entusiasta de la gastronomía japonesa, y la chef Yoka es uno de sus referentes en la capital.

Y mientras nos cuenta que está preparando una exposición de murales para el verano que viene en Cádiz, nos confiesa que le apasiona moldear piezas de joyería en latón, pequeñas esculturas que puedes encontrar junto al resto de su obra en su web (marinaanaya.com) y en la tienda del Museo Thyssen. Mención aparte merecen los textiles bordados que, desde hace tres décadas, elabora junto a su tía Mari, de 93 años.
«Yo dibujo las telas y ella las borda. Vive en Béjar, un pueblo de Salamanca, y con frecuencia le mando los paquetes con los materiales. El resultado es precioso y poder llevar a cabo esta colaboración me llena de alegría». Sin duda, una familia de artistas -su hermana Elena es la reconocida actriz-donde la libertad y la creatividad siempre han estado presentes.